En la fractura se abrió la posibilidad de encuentro. La tela desgarrada, los cuerpos entregados y el color derramado se fundieron en una composición donde lo roto dejó de ser fragmento y se convirtió en armonía. La obra respira en la integración de todos los elementos, memoria viva de un instante compartido.
Gracias a Conchi Cuadrado, Maria José y Silvia por hacerla posible.





